(apro).- Rodolfo Huvy Cruz Juárez, un hombre de 34 años, empleado de un call center al servicio de Grupo Salinas –en el área de cobranzas de Grupo Elektra– y a la par estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), falleció de complicaciones derivadas de covid-19 el domingo pasado, tras nueve días de hospitalización.
Estudiantes de la UACM –donde el hombre cruzaba la carrera de Comunicación y Cultura– difundieron un video en redes sociales en el cual responsabilizaron a la empresa de Ricardo Salinas Pliego por el fallecimiento de Cruz:
“Porque nuestras vidas valen más que sus ganancias, denunciamos a Grupo Salinas por negligencia patronal y lo responsabilizamos directamente por el contagio y la desatención que llevaron a la muerte de nuestro compañero por covid”.
En el edificio ubicado en el número 911 de la calle Rascarrabias, colonia Vertizeste, “operan varias filiales de Grupo Salinas que funcionan por medio del outsourcing y evitan pagar impuestos haciendo pagar a sus trabajadores hasta tres contratos, con tres razones sociales distintas, dichas que protegen a Grupo Salinas”, plantean los estudiantes en el video.
“Llamamos a todos los compañeros uacemitas que se encuentran laborando en este momento en Grupo Salinas y cualquier otra empresa que expone su salud y su vida, a denunciar las condiciones laborales en que se encuentran y a sumar todas las voces de la UACM en nuestra defensa”.
En su edición impresa de esta semana, Proceso documentó las condiciones laborales y de hacinamiento que imperan bajo la gestión de Grupo Nach y Difusión de Servicios Administrativos, S.A. de C.V., las empresas de outsourcing que operan los call center en nombre de Grupo Salinas: la distancia entre cada agente, de espalda a espalda, no llega a un metro, mientras que de codo a codo, no rebasa 50 centímetros.
Como resultado, en el piso donde trabajaba Cruz, ocurrieron 20 infecciones por covid-19.
En el reportaje, este semanario indicó que Cruz estaba hospitalizado, y que los empleados laboran en distintos turnos de seis horas al día, seis días a la semana –o 10 horas al día, cinco días a la semana–, con 10 minutos libres para ir al baño y 20 minutos para comer, por un salario fijo de 4 mil 200 pesos mensuales, con la posibilidad de ganar hasta 3 mil 200 pesos en bonos de productividad.
En marzo pasado, los empleados del outsourcing recibieron un folleto de tres cuartillas firmado por Ricardo Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas: en él, el magnate les exhortó a mantener “calma, higiene e información confiable” ante la pandemia, pues aseveró que el covid-19 “NO ES UNA ENFERMEDAD GRAVE” (sic), e incluyó gráficas según las cuales, con 56 muertos al día –en aquel entonces; ahora superan los 7 mil–, la enfermedad era menos letal que la influenza estacional, las neumonías y la tuberculosis.
En el área donde trabajaba Cruz, cientos de agentes se dedican a cobrar los atrasos en los “créditos Elektra” con los que los clientes adquieren bienes de consumo en las tiendas Elektra mediante decenas de pagos semanales, por un precio final cerca de dos veces superior al valor mercantil del producto.
Un sistema informático detecta cuando las personas se atrasaron en sus pagos semanales y las llama de manera automática; la tarea de los cobradores consiste en convencer a los clientes de pagar sus adeudos de inmediato; por si fuera poco, recientemente Grupo Salinas transfirió a estos edificios las operaciones de sus negocios en el Perú ya que en ese país sudamericano el gobierno le obligó a cerrar sus oficinas por la pandemia.
Un empleado contó a Proceso que los empleados del call center reciben testimonios de primera mano de personas que sufrieron los estragos de la parálisis de la economía: en sus llamadas, ruegan para conseguir plazos extras para solventar sus deudas. “La gente habla llorando, y los agentes contestan llorando; nos dicen ‘tengo para frijoles y sopa, entonces le pago o como, es uno o lo otro”, dice el empleado, al añadir que “hay gente que está renunciando, gente que está colapsado”, deplora.
“Manejamos el tiempo de habla estimado; el promedio es de un minuto, pero ahora a veces van de 7 hasta 15 minutos, quiere decir que hablamos demasiado con la gente, porque externan lo que sienten, lo que les duele. Pero Grupo Salinas y la parte directiva (de la empresa de outsourcing) quiere que se hable menos y que se cobre más (…) piden que estemos más enfáticos e insistentes en que se tiene que pagar el día que se tiene que pagar”.
Aparte, este empleado advirtió que esta semana empezarían a operar el servicio llamado “gestión de cobranza a domicilio”, es decir que Grupo Elektra enviaría personas en moto para cobrar las deudas directamente a los domicilios de las personas en estos tiempos de emergencia sanitaria; una práctica que Coppel –la competencia de Elektra– ya está haciendo.