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Síntomas como la sequedad ocular, la visión borrosa o la irritación se agudizan si la lectura se hace a oscuras, según una investigación de la Universidad Complutense de Madrid.
Dedicar más de veinte minutos a leer contenidos a través de dispositivos tecnológicos potencia nueve de los diez problemas visuales más frecuentes, según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Síntomas como la visión borrosa, la irritación o la sequedad ocular aumentan, además, si la lectura se hace a oscuras, debido a que "los ojos tienden a adaptarse a un ambiente de iluminación más bajo", explica Beatriz Antona, optometrista e investigadora principal del estudio. La razón es que estos órganos "están más sensibles a la luz de la pantalla y se deslumbran con mayor facilidad", añade.
El sistema visual es capaz de adaptar su sensibilidad a bajos niveles de iluminación, alcanzando el nivel más alto transcurridos los primeros 20 minutos, según Antona. Cuando se lee a oscuras en una pantalla, "se produce una rivalidad entre su nivel de luz y el estado de adaptación a la oscuridad de los ojos", comenta la investigadora: "y esto hace que la lectura sea muy incómoda y venga acompañada de molestos síntomas".
Entre ellos se encuentra la dificultad de enfoque, la fatiga visual, la incomodidad ocular, la sensibilidad a la luz o el dolor de cabeza. Este último, según el estudio, es el único síntoma que no crece significativamente en el formato digital. Sin embargo, tras una lectura prolongada en la oscuridad, "también se espera que la cefalea pueda ser más alta", recalca la optometrista.
Los síntomas de personas con problemas de visión tienden a ser más intensos, especialmente, cuando no se compensan con métodos como las gafas o las lentillas. Esta sensibilidad crece aún más cuando el usuario lee concentrado, "porque disminuye la cantidad y calidad del parpadeo, es decir, el ojo no se cierra del todo", asegura Antona. El estilo de lectura también condiciona la salud visual. Leer “párrafo a párrafo” los textos, desplazando paulatinamente la pantalla, es menos agresivo que terminar una página entera y, entonces, pasar a la siguiente, porque, en este caso, “los ojos tienen que hacer una labor de localización y reenfoque enorme para no perderse”, según la responsable del estudio.
Un problema adicional es que los usuarios suelen tener la regulación de luz de la pantalla en “modo automático”, según la investigación. Beatriz Antona aconseja reducir manualmente la intensidad de la luz, “porque este parámetro suele estar ajustado a condiciones diurnas y, aun en su nivel más bajo, es demasiado alto en ambientes oscuros”. Seleccionar la opción “modo lectura”, que incorporan algunos móviles y ordenadores, puede ayudar a reducir los reflejos que afectan a la comodidad visual. Lo más saludable para los órganos de la vista es, no obstante, leer en soporte de papel. De hecho, la investigación de la UCM destaca que, bajo las mismas condiciones de iluminación, distancia respecto al texto, tamaño de letra y ángulo de inclinación, entre otros factores, “la lectura prolongada en pantallas puede causar más problemas visuales que la que se hace en papel”.
Esta afirmación no pretende limitar la lectura en dispositivos tecnológicos, recalca Beatriz Antona. La investigadora asegura estar a favor del uso de estos aparatos, “pero hay que intentar utilizarlos en las mejores condiciones posibles”. Entre ellas, destaca sobre todo la correcta iluminación ambiental y un brillo de pantalla no demasiado alto, así como “realizar los descansos adecuados, adoptar una posición y ángulo de inclinación correctos y asistir a revisiones oculares puntualmente”. Con estas condiciones y con una buena salud visual, la investigadora afirma que el sistema visual podrá responder mucho mejor a las demandas tecnológicas “sin sufrir los molestos síntomas más frecuentes”.
Fuente El País