Videgaray, el padre de la candidatura de Meade, y sus torpezas en Washington

22 junio 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy

WASHINGTON (Proceso).- Los oficios del canciller Luis Videgaray ante el gobierno de Donald Trump son un fracaso rotundo para los intereses de México y hacen evidente que no ha terminado la etapa de “aprendizaje” de política exterior de quien se iniciara como secretario de Hacienda en el gobierno peñanietista.
El despeñadero del actual secretario de Relaciones Exteriores empezó con su intención de ganarse a Trump con gestos de simpatía, cuando el millonario era candidato a la Presidencia de Estados Unidos en 2016.
Al anunciar su candidatura por el Partido Republicano, Trump usó su odio a México y a los mexicanos en su plataforma electoral para atraer al voto más conservador y racista de su país.
El ahora mandatario etiquetó a los mexicanos de “violadores, criminales y narcotraficantes” y prometió sacar de Estados Unidos a todos los inmigrantes indocumentados. Además se comprometió con los votantes a construir un muro en la frontera sur de su país, cuya edificación sería pagada por México. La pasividad y lentitud del gobierno de Enrique Peña Nieto para responder a los ataques de Trump llamó la atención y el actual habitante de la Casa Blanca descubrió que su retórica le daba buen resultado.
Desde su campaña se confirmó que Trump sería un enemigo frontal de México y sus intereses porque anunció, a la par de sus medidas antimigratorias, que si ganaba la Presidencia anularía el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o sacaría a su país de ese acuerdo.
En la Cumbre de Líderes de América del Norte, el 29 de junio de 2016, en Ottawa, Videgaray inició una labor que dividió en ese momento al gabinete presidencial: según fuentes gubernamentales que corroboraron lo ocurrido en la capital canadiense (Proceso 2079), fue allá donde por primera vez le externó a Peña Nieto la idea de invitar a Trump a México.
El entonces secretario de Hacienda imaginó que llevando al candidato presidencial republicano a Los Pinos podrían convencerlo de que abandonara su retórica antimexicana. No pudo ver que Trump jamás dejaría de usar a México como piñata electoral por la simple razón de que le estaba funcionando.
Semanas antes del encuentro en Ottawa entre Peña Nieto, el entonces presidente estadunidense Barack Obama y el premier canadiense Justin Trudeau, cabilderos y asesores del Partido Republicano de Estados Unidos se acercaron a Videgaray con la aparente intención de hacerle consultas en materia hacendaria, pero en realidad le pidieron que el gobierno mexicano bajara el tono de sus críticas a Trump.
Fue por medio de esos asesores y abogados que Videgaray se puso en contacto con Jared Kushner, yerno de Trump, quien fungía como uno de los principales consejeros del candidato republicano.
Las fuentes gubernamentales consultadas en su momento apuntaron que Videgaray presumía que, en el mismo instante de conocerse, entre él y Kushner había nacido una empatía natural que favorecería a los intereses de los dos países en caso de que Trump llegara a la Casa Blanca.
La influencia de Videgaray sobre Peña Nieto es un secreto a voces en Los Pinos; eso quedó de manifiesto cuando, en Ottawa, el presidente mexicano dio una entrevista a la cadena de televisión CNN, en la cual bajó el tono de sus comentarios y evaluaciones sobre Trump.
El entonces presidente Obama invitó a Peña Nieto a la Casa Blanca para el 22 de julio de 2016. La noche anterior a ese encuentro en Washington, en Cleveland, Ohio, Trump fue ungido candidato a la Presidencia.
Esa misma noche en Washington, Videgaray –quien ya había establecido una comunicación constante con Kushner–, pese a la oposición de la entonces canciller Claudia Ruiz Massieu y de otros integrantes del gabinete, convenció a Peña Nieto de invitar a México a Trump y a Hillary Clinton, la candidata presidencial del Partido Demócrata.
Videgaray creía que en Los Pinos podría cambiar la posición de Trump respecto a México, recibiéndolo con cordialidad y respeto y dándole un trato de jefe de Estado. Así, el 24 de agosto de 2016 la Presidencia de México emitió formalmente las invitaciones a los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos.
Lo que ignoraba Peña Nieto es que su secretario de Hacienda –junto con Kush¬ner y los asesores republicanos– ya habían decidido que fuera Trump el primero en asistir a Los Pinos.
Visita repudiada
La visita de Trump, el 31 de agosto de 2016, fue un desastre. Que el presidente recibiera con tanta pompa al principal denostador de México y de los mexicanos fue un hecho ampliamente repudiado. Videgaray y Kushner lograron que por lo menos ese día el republicano no insistiera en el tema del pago del muro fronterizo.
Pero horas más tarde, en Phoenix, Arizona, el republicano no sólo reiteró que obligaría a México a pagar el muro, sino que expulsaría de Estados Unidos a todos los mexicanos con antecedentes penales y a los inmigrantes indocumentados.
Peña Nieto sacó a Videgaray de la Secretaría de Hacienda. Pero éste, sin dejar de frecuentar Los Pinos, se mantuvo en contacto con Kushner.
Llegaron las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2016 y Trump derrotó a Hillary Clinton. Y el 4 de enero de 2017, 16 días antes de que el republicano asumiera la Presidencia, Peña Nieto anunció el regreso de Videgaray a su gabinete, ahora como secretario de Relaciones Exteriores. La señal de esa designación fue clara para Washington… o por lo menos para Kushner: el nuevo canciller sería el canal de comunicación con la Casa Blanca.
En febrero de 2017 se filtró a los medios que, en una conversación telefónica que tuvo el mandatario estadunidense con Peña Nieto, hubo tal antipatía entre ambos que se hicieron añicos los planes de Kushner y Videgaray para reunir a los dos mandatarios en Washington.
La pelea telefónica entre Trump y Peña Nieto se palpó inmediatamente en la posición del presidente de Estados Unidos, quien, al enviar al Congreso su proyecto de gastos para el año fiscal 2018, solicitó más de mil millones de dólares para construir el muro en la frontera con México y fortaleció con dinero y personal las instancias migratorias, para deportar a los inmigrantes indocumentados.
Luego la Casa Blanca, con su postura proteccionista, obligó a Canadá y a México a renegociar el TLCAN. La primera ronda para actualizar al acuerdo tripartita, bajo amenazas y condiciones de Trump, comenzó en agosto de 2017.
La posibilidad de que Trump sacara a Estados Unidos del TLCAN si no se cumplían sus caprichos proteccionistas en las renegociaciones alarmó a Los Pinos, que en ese momento ya estaba pensando en las elecciones del 1 de julio.
Para entonces Videgaray comenzó a viajar frecuentemente a Washington, pero no para reunirse, como marca el protocolo, con su contraparte –en ese entonces Rex Tillerson, secretario de Estado–, sino con Kushner en la Casa Blanca. El canciller mexicano estaba convencido de que mediante el yerno lograría hacer cambiar de posición a la Casa Blanca en temas de comercio y migración.
El año pasado Trump se enfrascó en un duelo de declaraciones y mensajes vía Twitter con Kim Jong Un, líder de Corea del Norte, país que hacía pruebas con misiles intercontinentales.
En agosto de 2016 Trump, también en Twitter, había escrito que no permitiría que Corea del Norte tuviera armas nucleares y que, si era desafiado, ese país sufriría un ataque bélico jamás visto en el planeta. La comunidad internacional ya le había tomado la medida al estridente presidente de Estados Unidos y a Kim Jong Un y no les hizo caso.
Pero el 8 de septiembre de 2017 la Secretaría de Relaciones Exteriores, ya encabezada por Videgaray, sorpresivamente anunció que México declaraba “persona non grata” al embajador de Corea del Norte, Kim Hyong Gil, y que le daba 72 horas para irse del país.
Ese gesto de solidaridad de Videgaray para con Trump fue considerado en el mundo como una demostración fehaciente del servilismo del gobierno de Peña Nieto hacia el presidente de Estados Unidos. Geográficamente México está tan lejos de Corea del Norte como alejado de la mente de Kim Jong Un.
El TLC
Conforme avanzaban las rondas de renegociación del TLCAN se ampliaban las diferencias por las posiciones proteccionistas de Trump. Al mismo tiempo se incrementaba el número de visitas de Videgaray a Kushner en la Casa Blanca.
El 1 de febrero de 2018 The Washington Post publicó un artículo en el que dio cuenta de que, en un solo año, Videgaray viajó 33 veces a la capital de Estados Unidos. El despacho periodístico se mofó del hecho de que no obstante tantas entrevistas con Kushner, el canciller “no logró nada” para beneficio de México.
Pese a su costumbre de no informar a los mexicano por medio de la prensa sobre los verdaderos objetivos de sus visitas a la Casa Blanca, a pocos días de lo publicado en The Washington Post, fuentes de la Presidencia estadunidense revelaron a Proceso que se preparaba un encuentro entre Trump y Peña Nieto para el 27 y 28 de febrero de 2018 en Washington.
Este semanario buscó a Eduardo Sánchez, vocero de Los Pinos, para corroborar las fechas de la supuesta reunión en Washing¬ton. El funcionario aseguró que eso no era correcto, que “en la agenda del presidente no estaba prevista ninguna visita” a Estados Unidos.
Al recurrir nuevamente a las fuentes de la Casa Blanca, el reportero pudo descubrir el enredo (Proceso 2156): el 20 de enero, cuando ya todo estaba acordado por Kushner y Videgaray para que se celebrara la reunión, Trump habló por teléfono con Peña Nieto.
La conversación fue otro fracaso para los oficios de Videgaray, pues Trump condicionó la sesión en la Casa Blanca a que, en ésta, Peña Nieto dijera que México pagaría la construcción del muro en la frontera.
La cordura y el orgullo nacional se impusieron por encima de las manipulaciones e intereses personales de Videgaray. Peña Nieto suspendió el viaje a Washington que había acordado su canciller.
La relación bilateral entró en una de sus peores fases. La posición de Trump era incluso contraproducente para los intereses electorales de Peña Nieto y de José Antonio Meade, el candidato no priista que, irónicamente, fue “destapado” por Videgaray.
Del 1 de febrero a la fecha, el canciller mexicano ha realizado más de 10 visitas a Washington, a veces acompañado de Idelfonso Guajardo, secretario de Economía.
En febrero, marzo, abril y mayo, Washing¬ton entró en ebullición por las renegociaciones del TLCAN. Ahí se trasminó el deterioro de la relación entre Guajardo y Videgaray.
La negativa de México y Canadá a las condiciones y caprichos de Trump encolerizó al presidente estadunidense: El viernes 1 anunció la imposición de aranceles de 25% y 10% a las importaciones mexicanas, canadienses y de la Unión Europea de acero y aluminio. Se desató la guerra comercial.
Tercer País Seguro
Las intervenciones de Videgaray y Kushner para intentar limar asperezas en la relación bilateral se han ido al desfiladero. Otro hecho que corrobora esta conclusión fue el anuncio que hizo Trump, el pasado 3 de abril, de que militarizará la frontera con México con el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional para fortalecer las acciones de los agentes migratorios y como fuerza de disuasión.
Para quien llegó a la Secretaría de Relaciones Exteriores diciendo que quería aprender, no es suficiente tanto revés ni ataques ni desdenes de Trump a México y los mexicanos.
El pasado 17 de mayo, ya con la imposibilidad de rescatar el TLCAN, la amenaza de la imposición de los aranceles, sin la posibilidad de una reconciliación presidencial y, para colmo, con Trump entusiasmado en reunirse este martes 12 en Singapur con Kim Jong Un, Videgaray se sentó con representantes del Departamento de Seguridad Interior a negociar la posibilidad de convertir a México en un filtro migratorio de Estados Unidos (Proceso¬ 2168).
Al darse a conocer que Videgaray estaba negociando con el gobierno de Trump la iniciativa llamada “Tercer País Seguro”, la Secretaría de Relaciones Exteriores y el embajador de México en Washington, Gerónimo Gutiérrez, negaron categóricamente que se estuviera analizando la posibilidad de que todo extranjero no mexicano que quisiera solicitar asilo en Estados Unidos por razones políticas, humanitarias o de cualquier otra índole, primero debía hacer la petición al gobierno mexicano.
Con ello el gobierno de Trump se evitaría la molestia de tener a los peticionarios en su frontera sur. Al publicar los documentos oficiales de la negociación del Tercer País Seguro, Proceso exhibió a Videgaray y a Gutiérrez.
Aún no se sabe cuál ha sido la respuesta del gobierno de Peña Nieto a la propuesta del Tercer País Seguro que quiere la Casa Blanca.
Al cierre de esta edición, Trump machacaba con su amenaza de abandonar el TLCAN: “Estaremos mejor sin el acuerdo”, dijo el viernes 8 antes de viajar a Canadá a la reunión del G-7.

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