Noticias de Yucatán
Los disparos que aquella mañana salieron del arma calibre
.22 que llevaba Federico, rasgaron el aire, dieron en el blanco que el chico
eligió, tal vez al azahar, y en minutos un día de escuela habitual se convirtió
en uno de los hechos más trágicos de los que Nuevo León tenga memoria.
La mañana del 18 de enero del 2017, el joven estudiante de secundaria del
Colegio Americano del Noreste disparó en contra de su maestra y cuatro de sus
compañeros, entre ellos, Luis Fernando Ramírez González, a quien una bala
le atravesó el cráneo y hasta el día de hoy arrastra secuelas físicas del
suceso.
En entrevista, Luis Fernando expresó que no sabe por qué pasaron así las
cosas, pero, a la mejor, “Dios usó a los involucrados como un faro para guiar a
otras personas”.
“Es muy difícil vivir esto, pero es diferente. Como un ejemplo y que esto
no, se repita”, expresó el menor mientras dirigía una mirada de amor y
complicidad a su familia, integrada por sus padres: Aurora González, Fernando
Ramírez, y su hermana menor, Alejandra.
La casa de los Ramírez González está enclavada en la colonia Villa las
Fuentes, en Monterrey, la mañana de los trágicos sucesos salieron rumbo al
Colegio, al filo de las 7:30 horas, sin embargo de ese día, el chico no
recuerda nada.
“Cuando me contaron no sabía que decir, me puse a llorar. No me acuerdo de
casi nada”, reveló.
Su madre dijo que cuando despertó en el hospital le dijeron que había
sufrido una caída, sin embargo cuando tuvo conciencia se le hizo raro que
recibió la visita del Presidente Enrique Peña Nieto y que le contarán que mucha
gente lo tenía en oración. (Vanguardia)