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(Proceso).- Una de las grandes virtudes que nadie podría regatearle al presidente Enrique Peña Nieto es que siempre puede sorprendernos al hacer algo peor cuando se pensaba que su gobierno había tocado fondo. Y el modelo de la nueva revisión fiscal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es una muestra más de tantos errores del mandatario. Ya he escrito sobre este tema, pero merece la pena seguir insistiendo: es un despropósito y un riesgo para los viajeros internacionales el sistema de revisión actual.
Una de las grandes aportaciones en materia de revisión fiscal desde la década de los noventa fue la creación del semáforo fiscal, que sólo revisaba una muestra aleatoria del equipaje de los viajeros; algo que todavía se hace con quienes entran por tierra a territorio nacional. La medida fue una respuesta significativa ante la corrupción y el desamparo de los pasajeros que llegaban en avión a México.
Pero ahora es increíble cómo el Servicio de Administración Tributaria (SAT) “vende” su idea de cambio. Con su transformación, dice la dependencia en un comunicado de prensa, “de¬saparecen los semáforos y se revisa en forma imperceptible el equipaje, como en otros aeropuertos en el mundo y se elimina la Declaración de aduana para pasajeros procedentes del extranjero… El nuevo procedimiento hace más fácil y segura la llegada a México de los pasajeros internacionales y consiste en la eliminación de los semáforos fiscales y la implementación de medidas de control y revisión de aduanas imperceptibles por los usuarios, con lo que México se suma a prácticas internacionales similares.” (https://www.gob.mx/sat/es/prensa/revisa-sat-equipaje-sin-molestar-a-pasajeros?idiom=es)
Lo anterior es muy grave, por las razones siguientes: a) México no es un Estado de derecho y, por ello mismo, la corrupción y la impunidad gozan de cabal salud, como lo sostienen todos los estudios internacionales y nacionales que miden la corrupción por país; b) en ese contexto, si antes había un dique a la corrupción con el semáforo fiscal, ahora éste se elimina, de tal suerte que en la oscuridad agentes del SAT, de la Policía Federal y de la Sagarpa revisan el equipaje de quienes arriban a México por vía aérea y, además, se autovigilan. En la opacidad florece la corrupción y en un sistema corrupto este modelo cae como anillo al dedo; c) con el actual sistema el primer resultado es la enorme lentitud con la que se revisan los equipajes y existe duda fundada en la honestidad de los agentes gubernamentales que hacen esta tarea; d) el problema reside en la alta probabilidad de que dichos agentes sustraigan cosas del equipaje (el mal menor) o agreguen droga del más diverso tipo para extorsionar, en el mejor de los casos, a los asustados pasajeros, quienes prefieren “reportarse” con los agentes del gobierno que ir a la cárcel por delito grave, de ahí que haya una gran cifra negra de abusos de todo tipo ; e) efectivamente en países del primer mundo hay un sistema similar al puesto en marcha por el SAT en México, pero la enorme diferencia es la cultura de la honestidad e integridad tanto en gobernantes como en gobernados de esos países, lo que en México brilla por su ausencia; f) el SAT dice que hay cámaras que vigilan todo el proceso de revisión, pero lo que no aclara es que quienes las operan son los propios agentes del gobierno, razón por la cual esos dispositivos no sirven para nada o, quizá sí, para usarlos como prueba ante un eventual problema legal en contra de los gobernados, paradójicamente; g) debe ponerse en marcha un vigilante independiente que vele porque los agentes del gobierno no hagan de las suyas. Podría ser un representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y otro de las principales organizaciones de derechos humanos del país, éste último retribuido por el erario para defender el interés público; h) de la misma forma transparente deben efectuarse las revisiones a los pasajeros; es decir, frente a ellos para minimizar las tentativas de comisión de probables delitos, ilícitos y faltas administrativas de los agentes, quienes están dotados de una gran capacidad para violar la ley al confiar en que su actuación quedará impune; i) el peregrino argumento de que el nuevo sistema es bueno porque “no molesta” a los viajeros es una desmesura. Tengo la convicción de que prácticamente todos prefieren “ser molestados” para ver cómo se revisa su equipaje que dejarlo a los corruptos agentes del gobierno, en cuyas manos nadie quiere estar, pues ello implica estar en pleno estado de indefensión, como ahora sucede; j) de forma complementaria debe revisarse a los agentes de migración que extorsionan a visitantes extranjeros, tanto a los que hablan español como aquellos que no dominan el idioma nacional. Los agentes suelen aducir, en una conducta fuera de la ley por supuesto, que: a) “no probó fehacientemente a qué venía al país” y, b) “no habla nada de español”. En este caso también debería haber un representante de la CNDH para minimizar esa forma de corrupción que hoy impera. Los candidatos presidenciales deberían revisar este asunto de alto riesgo para los mexicanos y los extranjeros.
(Proceso).- Una de las grandes virtudes que nadie podría regatearle al presidente Enrique Peña Nieto es que siempre puede sorprendernos al hacer algo peor cuando se pensaba que su gobierno había tocado fondo. Y el modelo de la nueva revisión fiscal en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es una muestra más de tantos errores del mandatario. Ya he escrito sobre este tema, pero merece la pena seguir insistiendo: es un despropósito y un riesgo para los viajeros internacionales el sistema de revisión actual.
Una de las grandes aportaciones en materia de revisión fiscal desde la década de los noventa fue la creación del semáforo fiscal, que sólo revisaba una muestra aleatoria del equipaje de los viajeros; algo que todavía se hace con quienes entran por tierra a territorio nacional. La medida fue una respuesta significativa ante la corrupción y el desamparo de los pasajeros que llegaban en avión a México.
Pero ahora es increíble cómo el Servicio de Administración Tributaria (SAT) “vende” su idea de cambio. Con su transformación, dice la dependencia en un comunicado de prensa, “de¬saparecen los semáforos y se revisa en forma imperceptible el equipaje, como en otros aeropuertos en el mundo y se elimina la Declaración de aduana para pasajeros procedentes del extranjero… El nuevo procedimiento hace más fácil y segura la llegada a México de los pasajeros internacionales y consiste en la eliminación de los semáforos fiscales y la implementación de medidas de control y revisión de aduanas imperceptibles por los usuarios, con lo que México se suma a prácticas internacionales similares.” (https://www.gob.mx/sat/es/prensa/revisa-sat-equipaje-sin-molestar-a-pasajeros?idiom=es)
Lo anterior es muy grave, por las razones siguientes: a) México no es un Estado de derecho y, por ello mismo, la corrupción y la impunidad gozan de cabal salud, como lo sostienen todos los estudios internacionales y nacionales que miden la corrupción por país; b) en ese contexto, si antes había un dique a la corrupción con el semáforo fiscal, ahora éste se elimina, de tal suerte que en la oscuridad agentes del SAT, de la Policía Federal y de la Sagarpa revisan el equipaje de quienes arriban a México por vía aérea y, además, se autovigilan. En la opacidad florece la corrupción y en un sistema corrupto este modelo cae como anillo al dedo; c) con el actual sistema el primer resultado es la enorme lentitud con la que se revisan los equipajes y existe duda fundada en la honestidad de los agentes gubernamentales que hacen esta tarea; d) el problema reside en la alta probabilidad de que dichos agentes sustraigan cosas del equipaje (el mal menor) o agreguen droga del más diverso tipo para extorsionar, en el mejor de los casos, a los asustados pasajeros, quienes prefieren “reportarse” con los agentes del gobierno que ir a la cárcel por delito grave, de ahí que haya una gran cifra negra de abusos de todo tipo ; e) efectivamente en países del primer mundo hay un sistema similar al puesto en marcha por el SAT en México, pero la enorme diferencia es la cultura de la honestidad e integridad tanto en gobernantes como en gobernados de esos países, lo que en México brilla por su ausencia; f) el SAT dice que hay cámaras que vigilan todo el proceso de revisión, pero lo que no aclara es que quienes las operan son los propios agentes del gobierno, razón por la cual esos dispositivos no sirven para nada o, quizá sí, para usarlos como prueba ante un eventual problema legal en contra de los gobernados, paradójicamente; g) debe ponerse en marcha un vigilante independiente que vele porque los agentes del gobierno no hagan de las suyas. Podría ser un representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y otro de las principales organizaciones de derechos humanos del país, éste último retribuido por el erario para defender el interés público; h) de la misma forma transparente deben efectuarse las revisiones a los pasajeros; es decir, frente a ellos para minimizar las tentativas de comisión de probables delitos, ilícitos y faltas administrativas de los agentes, quienes están dotados de una gran capacidad para violar la ley al confiar en que su actuación quedará impune; i) el peregrino argumento de que el nuevo sistema es bueno porque “no molesta” a los viajeros es una desmesura. Tengo la convicción de que prácticamente todos prefieren “ser molestados” para ver cómo se revisa su equipaje que dejarlo a los corruptos agentes del gobierno, en cuyas manos nadie quiere estar, pues ello implica estar en pleno estado de indefensión, como ahora sucede; j) de forma complementaria debe revisarse a los agentes de migración que extorsionan a visitantes extranjeros, tanto a los que hablan español como aquellos que no dominan el idioma nacional. Los agentes suelen aducir, en una conducta fuera de la ley por supuesto, que: a) “no probó fehacientemente a qué venía al país” y, b) “no habla nada de español”. En este caso también debería haber un representante de la CNDH para minimizar esa forma de corrupción que hoy impera. Los candidatos presidenciales deberían revisar este asunto de alto riesgo para los mexicanos y los extranjeros.