Una víctima de la que nadie habló tras la explosión de una caldera en el Club de Golf La Ceiba fue un pequeño gato que murió porque estaba en el momento y en el lugar equivocados.
Junto con el minimo también fue víctima Luis Alberto Matú Santos, de 45 años de edad, quien resultó con golpes diversos que no ponen en peligro su vida.
Todo lo contrario ocurrió con el felino que pereció sepultado por los escombros que dejó la detonación.
El gato, que estaba durmiendo en lugar, fue hallado durante la remoción de escombros que realizaron rescatistas en previsión de que alguna persona hubiera quedado atrapada.
La onda expansiva fue tan poderosa que propició que volcara un carrito de golf conducido por Matú Santos, quien salió proyectado unos tres metros.
Hasta ahora no hay un peritaje definitivo sobre las causas del accidente. Las primeras versiones señalaron que pudo deberse a una acumulación de gases, pero también se mencionó un sobrecalentamiento de la caldera por el fallo de su termostato.
La caldera se proyectó contra la pared del costado derecho, la derribó en su totalidad y propició que cayera el techo de un tinglado de concreto.
Al continuar su trayectoria, terminó impactada contra una pared del gimnasio, donde dejó un boquete de un metro de diámetro.
Junto con el minimo también fue víctima Luis Alberto Matú Santos, de 45 años de edad, quien resultó con golpes diversos que no ponen en peligro su vida.
Todo lo contrario ocurrió con el felino que pereció sepultado por los escombros que dejó la detonación.
El gato, que estaba durmiendo en lugar, fue hallado durante la remoción de escombros que realizaron rescatistas en previsión de que alguna persona hubiera quedado atrapada.
La onda expansiva fue tan poderosa que propició que volcara un carrito de golf conducido por Matú Santos, quien salió proyectado unos tres metros.
Hasta ahora no hay un peritaje definitivo sobre las causas del accidente. Las primeras versiones señalaron que pudo deberse a una acumulación de gases, pero también se mencionó un sobrecalentamiento de la caldera por el fallo de su termostato.
La caldera se proyectó contra la pared del costado derecho, la derribó en su totalidad y propició que cayera el techo de un tinglado de concreto.
Al continuar su trayectoria, terminó impactada contra una pared del gimnasio, donde dejó un boquete de un metro de diámetro.