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Arturo Pérez Martínez, un taxista de 58 años sabía que lo iban a matar. En noviembre de 2017 asesinaron a su primer hijo, Gerardo Pérez Sánchez, quien dejó tres huérfanos. Y en junio pasado mataron a su otro hijo, Edgar Michael Pérez Sánchez, quien dejó otros cuatro huérfanos.
En cada una de las muertes, Arturo Pérez Martínez, conocido como “Yambo”, apareció en medios de comunicación y recriminó a las autoridades por la inseguridad.
Al funeral de su primer hijo, llegó el Alcalde, en ese entonces, Marcos Martínez Amador. Con el cadáver de su hijo Gerardo dentro del ataúd, el Edil tomó mil 800 pesos y se los dio. “Tú no harás eso, para eso estoy yo aquí, atendiéndote”, le dijo el Edil cuando Arturo le adelantó que protestaría con una pancarta al Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares cuando lo viera, según reportó El diario de Acayucan.
“El Yambo” relató, al periodista Fabián Santiago de ese medio, que pensaba expresarle al Gobernador las fallas en la seguridad en Acayucan, y lo haría en público, pues ya le habían matado a un hijo, y ahora le tocaba a él como abuelo hacerse cargo de tres huérfanos.
Pero el Edil se le atravesó, y con unos cuantos pesos para el funeral, le pidió prudencia para no quedar en mal ante el Ejecutivo. Incluso le dejó su número de celular, “márcame cuando necesites algo, te apoyo”, le prometió.
El día de la entrevista con el reportero del diario de Acayucan, “El Yambo” confirmó que Marcos Martínez lo abandonó:
“Oiga mi presi, mandeme una patruya por el mortorio ya que estamos siendo amenazados. atte Arturo Pérez (SIC)”, se lee en una foto al celular de Arturo Pérez enviando petición de auxilio al Alcalde, quien lo ignoró.
En noviembre del año pasado, “Yambo” denunció en ese diario: “Lo que quiero decir es que tenemos demasiada inseguridad, las autoridades no están haciendo su papel, quizá en esta declaración mi vida esté de por medio, porque ahorita el que habla lo callan a balazos, pero si declaro que hay inseguridad porque las autoridades no están actuando como debe ser”.
Apenas Arturo Pérez llegada al cabo de año del homicidio de su primer hijo, cuando le arrancan al segundo, a Michel, quien también era taxista. Su segundo hijo fue asesinado el pasado 8 de junio en la zona centro de Acayucan. “Yambo” recibió el aviso y se presentó a identificar el cadáver.
Vio a la prensa, y soltó otra frase que salió publicada en la mayoría de medios de comunicación y redes sociales: “Desde este momento le digo al señor Gobernador que se ponga las pilas, porque siempre he dicho que cuando la perra es brava hasta a los de la casa muerde y también a ellos se los va a llevar en cualquier rato, por qué, porque no hay vigilancia”.
Y antes de marcharse a llorar a su segundo hijo, volvió a abandonarse al destino: “Es el segundo hijo que me matan; ya basta, quizá con esta declaración estén escuchando los asesinos, quizá me maten más adelante, no importa”.
Lo pistoleros dejaron correr un mes del atentado al segundo hijo, y el 11 de julio pasado, acribillaron a “Yambo” cuando se encontraba desprevenido. Con dos impactos en el tórax, terminó en el quirófano, donde los médicos lucharon por salvarle la vida pero los asesinos emplearon balas 9 milímetros, de las que se expanden al tocar el cuerpo y se fracturan en esquirlas que se refugian en los órganos, causando el colapso y la muerte.
Durante varias horas, “Yambo” luchó por su vida, y los médicos hicieron todo a su alcance, pero finalmente murió el pasado viernes.
Antes de que comenzaran los atentados contra sus hijos, su nombre había aparecido en una narcomanta donde se acusaba a varias personas del pueblo de Dehesa de formar parte de una banda de ladrones de carreteras.
“Es pura envidia, la gente que le quiere hacer el mal a uno, así actúa, es el diablo”, respondía, el hombre que se dedicaba al estudio de la Biblia.
Tenía motivos para vivir, siete nietos huérfanos a quienes mantener, que ahora se quedan al cuidado de tres viudas. Sin Embargo