La dependencia busca a otros sujetos debido a que los detenidos aseguran que no participaron en la agresión al diputado priista Ismael Peraza Valdez, a pesar de que supuestamente se les encontró el juego de placas del vehículo en el que viajaban los agresores del legislador.
A la par de esta “investigación de campo”, la Procuraduría continúa con los interrogatorios a las siete personas detenidas para encontrar los puntos contradictorios y determinar la participación de los dirigentes panistas implicados en este caso.
Además, ayer el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Yucatán, Jorge Victoria Maldonado, informó que el diputado Peraza Valdez no ha pedido la intervención ni ha presentado alguna queja ante este organismo por la agresión que sufrió hace unos días.
El legislador, como informamos, denunció que fue agredido por agentes judiciales a los que encaró porque lo seguían y les quiso tomar fotografías —Estamos atentos a su situación, pero no intervenimos porque no ha recurrido a la Codhey — señaló Victoria Maldonado.
Puertas abiertas El ombudsman yucateco subrayó que las puertas de la Codhey están abiertas para el diputado y que siguen de cerca su caso por medio de la prensa.
—El diputado no ha solicitado que investiguemos —reiteró.
En esta campaña electoral han surgido denuncias contra el gobierno del Estado por el uso de una supuesta policía política o civil, de manera que la Codhey señala que las corporaciones policíacas deben actuar en forma apegada a la ley, a sus reglamentos, y con pleno conocimiento de la sociedad.
Síntesis de una carta del diputado Ismael Peraza Valdez que recibimos anteanoche a las 9:35
El día de hoy (miércoles 12), en la sección Local se publicó una nota que contiene información inexacta y equívoca, que lesiona mi prestigio y buen nombre.
Quiero manifestar que soy de natural pacífico y amigo del diálogo y el entendimiento. Mi método para la resolución de controversias es siempre la búsqueda del consenso y la negociación.
Jamás, a lo largo de mi vida, he tenido conflicto con mis vecinos o con ciudadano alguno. Los incidentes en que me he visto, contra mi voluntad, involucrado han incluido siempre e ineludiblemente un tinte político, impostado no por un servidor.
Quiero manifestar que muy lejos de mi ánimo se encuentra deponer injustamente en contra de persona alguna, que no pretendo manchar la reputación de nadie y que sólo pretendo que en el cúmulo de dislates enunciados prevalezca invariablemente la verdad, situación que es norma perenne de mi actuar y parte integral de mi naturaleza, insisto.
Respecto de los hechos que se me imputan, acaecidos con fecha 13 de octubre de 1990, manifiesto que son falsos y que es público y notorio para quienes fueron mis compañeros de facultad, que vivíamos tiempos previos al proceso de sucesión para la presidencia estudiantil y que otros alumnos, entre los que estaban dos actuales candidatos a diputados, entre ellos Carlos Pavón Flores, mismo que con el correr de los años ha sido posible entablar una relación respetuosa y que aspiraba a la presidencia de Derecho, ingresaron a la discoteca Bin Bon Bao, donde ofrecíamos un baile quienes éramos parte de la sociedad de alumnos de aquel momento.
Debido al ambiente político preelectoral que se vivía, los ánimos se encontraban caldeados y estos subieron de tono, resultando que se armó a las afueras del local, un zipizape entre ambos grupos, con golpes de por medio, incidente por mucho menor a los que eran habituales entre el estudiantado de esa época, para dirimir sus divergencias. Consta en la memoria colectiva, que era frecuente llegar a balazos y al uso de armas blancas, situaciones por fortuna ausentes durante mi período como dirigente estudiantil, en virtud de mi estilo personal (trabajo y respeto).
Debido a la prudencia que siempre he aconsejado a los integrantes de mi grupo político, la sangre no llegó al río y las cosas no pasaron a más, si bien involucraron la mediación del procurador de Justicia. Para la comunidad estudiantil quedó claro que los sucesos respondieron en buena medida al ambiente preelectoral.
Las elecciones realizadas en diciembre de ese mismo año, se verificaron con total tranquilidad y civilidad, ganándolas la sociedad de alumnos por amplio margen. Los hechos hablan siempre por sí solos. Muchos de los acontecimientos que han sucedido en los últimos tiempos, en el seno del Partido Revolucionario Institucional, tienen su origen en aquellos años de intenso antagonismo en la política estudiantil.
Con relación a la presunta agresión realizada el 27 de octubre de 1992, aclaro que me vi inmerso de manera fortuita. Acabando de terminar de comer, en compañía de José Luis Trejo Lizama y transitando cerca del Circuito Colonias, debido a una maniobra brusca de rebase, se suscitó un intercambio de injurias de vehículo a vehículo, entre éste y otra persona, que posteriormente supe era el profesor Raúl Gallareta.
Como es de suponer, de las ofensas pasaron a los golpes, ocurriendo esto a las puertas del domicilio del profesor Gallareta. Al percatarse de la riña, intervinieron sus hijos y cuñado y tuve que entrar en defensa de mi amigo, dada la notoria desventaja de carácter numérico en que se hallaba.
Fue momentos después, prácticamente llegando a mi casa, que fui aprehendido injustamente, con lujo de fuerza, en medio de un impresionante operativo policial, a solicitud de Gallareta, quien posteriormente me enteré, era cercano a los afectos de Víctor Cervera Pacheco (otra vez inmiscuido el elemento político) y contaba en aquel entonces, con todo el poder e influencias necesarios, para conseguir vindicar de ese modo, las afrentas recibidas.
Mas aún, fui trasladado al edificio de Reforma, entonces sede de la Policía Judicial del Estado, recibiendo una auténtica felpa, propinada en los separos, por elementos de la corporación, que al enterarse de mi condición de dirigente del Frente Juvenil Revolucionario, me pusieron en inmediata libertad, sin que mediara para ello proceso legal alguno. A mayor abundamiento, los mismos actores de estos eventos, me solicitaron no interpusiera denuncia alguna contra el profesor Gallareta, en aras de no llevar las cosas más lejos, situación a la que accedí, reitero, merced a mi talante propicio siempre a la conciliación y reacio a albergar rencores contra nadie.
Soy abogado titulado, fui deportista de alto rendimiento y alumno destacado antes de incursionar en las procelosas aguas de la actividad política. Puede con libertad indagar entre mis vecinos y percatarse que soy enemigo de la violencia y el escándalo. Concibo la actividad política como el arte de conciliar y de hacer amigos y afirmo categóricamente que carezco de enemistades con las personas que he tenido en algún momento diferencias, sin importar su índole.
Creía que esta situación era extensiva a mis compañeros de partido, pero veo con tristeza que quienes abrigan resentimientos en mi contra son los mismos que los patentizaban desde la ya lejana época estudiantil. Fuera de tales eventualidades, he estado siempre marginado de conflictos. Pido se tenga a bien incluir la presente aclaración para preservar mi buena reputación y fama pública.
* * * La información a que se refiere Ismael Peraza consta en nuestros archivos. Se basa en reportes de la policía y la Procuraduría estatales, que fincaron cargos contra el diputado priista.
En uno de esos casos fue consignado al Ministerio Público.