La cláusula de confidencialidad incluida en el contrato firmado por el Ayuntamiento de Mérida y el empresario Darío de León, con motivo del concierto de Shakira, aparece también en los convenios que ese productor ha firmado con el gobierno del Estado, por las presentaciones de Plácido Domingo, Sarah Brightman y Elton John, entre otros.
Es el modo que este empresario tiene para impedir que el público conozca el monto de las comisiones que cobra por los servicios que ha prestado al gobierno, a través de Cultur, dirigido por Jorge Esma Bazán, su socio y antiguo amigo; y ahora al Ayuntamiento de Mérida, por medio de la alcaldesa Angélica Araujo Lara y el oficial mayor Gaspar Quintal Parra. Este funcionario firmó también el contrato y fungió como coordinador general del concierto y enlace con Darío de León, su hijo Adrián de León Sosa y Jorge Esma Gaspar, hijo del director de Cultur, y directivo de Generamúsica, la empresa de Darío de León.
La cláusula de confidencialidad que aparece en el contrato de la Comuna y la empresa Entretenimiento, Promoción y Eventos México, S.A. de C.V., establece que la información y documentación que se genere con motivo de ese contrato “será propiedad exclusiva de la parte que la genere”.
“Ninguna de las partes podrá divulgar dicha información, sin el previo consentimiento por escrito de la otra parte”.
En caso de que esa información se diera a conocer a terceras personas con dolo, negligencia o mala fe imputable a alguna de las partes, “la parte responsable deberá responder por los daños y perjuicios ocasionados a la otra parte, sin perjuicio de las responsabilidades y sanciones legales correspondientes”.
Con este recurso legal resulta imposible esclarecer las cuentas de los conciertos que Darío de León organiza en Yucatán.
Así, ocurrió, por ejemplo, con los tres conciertos que este empresario produjo en Chichén Itzá para el Patronato Cultur. Ni Darío de León ni Jorge Esma Bazán han informado del monto de los honorarios cobrados por esos artistas. Sólo han dado a conocer el monto del “paquete artístico” que De León cobró en esos casos a Cultur.
Por el concierto de Plácido Domingo en Chichén Itzá en 2008, el “paquete artístico” ascendió a $21 millones, casi lo mismo que el de Shakira. La presentación de Sarah Brightman en 2009 costó $17.7 millones y la de Elton John en 2010, $28.4 millones (2.5 millones de dólares).
María José Fernández Noriega, funcionaria de Señal Group, una empresa que organiza espectáculos en la ciudad de México, dijo a Central 9 que le extrañan las finanzas de ese concierto. “Fue un concierto muy caro, 2.5 mdd y apenas reunió nueve mil espectadores”.
De acuerdo con información oficial de Cultur, los ingresos globales de los tres conciertos en Chichén Itzá ascendieron a $92.1 millones y los egresos a $86.3 millones. Las ganancias, por lo tanto, sólo llegaron a $5.848,982, que implica una ganancia de sólo $1.9 millones por cada uno de los conciertos.
De acuerdo con datos obtenidos por Central 9, además de las jugosas comisiones que el productor Darío de León obtiene en la organización de conciertos con el auspicio de las autoridades yucatecas, los que encargan esos conciertos, Cultur o últimamente, el Ayuntamiento de Mérida, obtienen más ingresos a través de inflar los gastos o de contratar servicios con algunas empresas amigas o de reciente creación.
Uno de estos casos es el de la empresa SAMA (Sociedad Artística de Medios Audiovisuales). Tanto el director, Gerardo Alam Berny, como los demás socios, Mauricio Marín Medina, Rubén Rosado Mazutier y William Solís Pinzón, participaron en la grabación de los vídeos promocionales de los conciertos de Chichén Itzá y en la memoria fotográfica de esos eventos, gracias a su estrecha relación con Jorge Esma Gaspar. Junto con él participaron en la filmación de la película Fierce Silence (2009), donde Esma Gaspar aparece como co director, como productor y como actor.
Esma Gaspar, y su padre, el director de Cultur, son socios a partes iguales en la compañía Viescom, creada en 2006, como “una productora de espectáculos teatrales, musicales y dancísticos”, así como de películas, documentales, teleteatros, entre otros.
Viescom grabó los conciertos de Cultur en Chichén Itzá y ha facturado servicios al gobierno del Estado.
Para justificar el uso de grandes cantidades de dinero público en la promoción de esos espectáculos, Esma Bazán usa el pretexto de que tales eventos aumentan la presencia nacional o internacional de Yucatán. Ese mismo argumento empleó la alcaldesa Araujo Lara para justificar la participación de la Comuna en el reciente concierto de Shakira.
Sin embargo, de acuerdo con datos del propio gobierno del Estado, los conciertos en Chichén Itzá no impactaron en la afluencia turística a las zonas arqueológicas ni en la ocupación hotelera.
En Chichén Itzá, por ejemplo, la llegada de turistas a los centros de hospedaje bajó de 75,636 en 2007 a 47,541 y el número de visitantes que ingresan a las zonas arqueológicas, incluyendo Chichén, decreció, de 1.992,619, en 2007 a 1.608,695 en 2010.
En Mérida, luego del concierto de Shakira, los hoteleros no reportaron aumento en la ocupación atribuido directamente a Shakira.
“Lo mismo ha ocurrido en Baja California, Tamaulipas o Veracruz, donde Darío de León ha producido conciertos de Plácido Domingo o Elton John”, dice Fernández Noriega. “Esos eventos no impactan en la afluencia turística, sólo en el bolsillo del productor y de sus socios”
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