San Diego.- El presidente Donald Trump defendió enérgicamente el uso de gas lacrimógeno por parte de Estados Unidos en la frontera con México para ahuyentar a un grupo de migrantes entre los que había personas arrojando rocas, pero también niños descalzos llorando.
Algunos detractores dijeron que las acciones de los agentes fronterizos fueron excesivas, pero Trump mantuvo firme su postura.
“Fueron embestidos por algunos tipos muy duros y utilizaron gas lacrimógeno”, dijo Trump el lunes sobre los hechos del día previo. “En resumidas cuentas: nadie va a entrar a nuestro país a menos que lleguen legalmente”.
El disturbio en el cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego ha puesto de relieve dos discursos opuestos sobre la carava de migrantes que esperan solicitar asilo en Estados Unidos, pero están atorados en el lado mexicano. Trump los retrata como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos y dice que intentan explotar la ley de asilo estadounidense, pero otros insisten en que exagera para infundir temor y lograr sus objetivos políticos.
El mero tamaño de la caravana ya es inusual.
“Creo que es tan inusual que todos cuelgan sus propios temores y agendas políticas en la caravana”, dijo Andrew Selee, presidente del Instituto de Política Migratoria, un centro de estudios no partidista que estudia la inmigración. “Puedes decir que es atemorizante, puedes decir que es esperanzador, puedes decir que es una muestra de la miseria humana. Puedes ponerle cualquier ángulo que quieras”.
Trump despotrica contra las caravanas migrantes, las cuales describe como grupos peligrosos formados en su mayoría por hombres solos. Esa visión fue muy expuesta en sus discursos durante la campaña para las elecciones legislativas cuando estaban a cientos de kilómetros (millas) de distancia, haciendo el recorrido a pie. Las autoridades estadounidenses han dicho que unos 500 miembros son criminales, pero no han explicado por qué creen eso. El lunes, Trump tuiteó que la caravana en la frontera tenía unos “criminales desalmados”.
Mario Figueroa, el director de Desarrollo Social de Tijuana que supervisa las operaciones en el complejo deportivo en donde la mayoría de los migrantes se están quedando, dijo el viernes que de los 4,938 que están ahí, 933 son mujeres, 889 son niños y 3.105 son hombres, lo que incluye tanto a padres que viajan con familias, como a hombres solos.
El ejército de Estados Unidos dijo el lunes que unos 300 soldados que fueron desplegados en el sur de Texas y Arizona como parte de una misión de seguridad fronteriza se han trasladado a California para hacer un trabajo similar. La participación del ejército está en gran parte limitada a erigir barreras en la frontera y ofrecer apoyo logístico y de transporte a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
Los legisladores demócratas y grupos defensores de los derechos de los inmigrantes condenaron las tácticas del domingo de los agentes fronterizos.
“Estos niños están descalzos. En pañales. Ahogándose en gas lacrimógeno”, tuiteó el gobernador electo de California Gavin Newsom. “Las mujeres y niños que dejaron sus vidas atrás — en busca de paz y asilo — se encontraron con violencia y miedo. Este no es mi Estados Unidos”.
Sin embargo, el comisionado de la CBP, Kevin McAleenan, dijo que las preocupaciones del gobierno sobre la caravana “fueron confirmadas y totalmente exhibidas el domingo”.
McAleenan dijo que cientos, quizás más de 1.000 personas intentaron correr entre carriles vehiculares en el cruce de San Ysidro. Las autoridades mexicanas calcularon 500 en el grupo. El caos se registró tras lo que comenzó como una marcha pacífica para exigir a Estados Unidos acelerar el proceso de solicitud de asilo.
Después de ser frenados por las autoridades mexicanas, los migrantes se dividieron en grupos. En el lado occidental del cruce, unos intentaron atravesar el alambre de cuchillas en un dique de concreto que divide ambos países. En el lado oriental, algunos lograron retirar un panel hecho de acero para crear una apertura de unos 120 centímetros (4 pies), a través del cual un grupo de más de 30 personas cruzó, según un funcionario de Estados Unidos que no estaba autorizado para discutir el asunto públicamente y habló bajo condición de anonimato. Otros lograron pasar la cerca de acero más al este.
McAleenan dijo que cuatro agentes fueron impactados con rocas, pero no resultaron lesionados porque traían equipo protector.
Los agentes de la CBP lanzaron balas de aerosol pimienta, además de gas lacrimógeno, que las autoridades afirman fueron decisiones que los agentes tomaron en el momento. Los soldados estadounidenses desplegados en la frontera bajo órdenes de Trump no estuvieron involucrados en el operativo.
“Los agentes en el lugar, bajo su juicio profesional, tomaron la decisión de enfrentar esos asaltos utilizando dispositivos menos letales”, dijo McAleenan a la prensa.
La escena fue un recordatorio de la década de los 1980 y principios de los 1990, cuando grandes grupos de migrantes corrían a través de los carriles vehiculares en San Ysidro y abrumaban a los agentes de la Patrulla Fronteriza en las calles y campos cercanos.
Las autoridades de Estados Unidos arrestaron a 69 personas el domingo. Las autoridades mexicanas dijeron que 39 fueron arrestadas en México.
El incidente dejó a muchos migrantes con la sensación de haber perdido cualquier posibilidad que tenían para defender su petición de asilo.
Isauro Mejía, de 46 año y originario de Cortés, Honduras, buscaba una taza de café la mañana del lunes después de pasar el domingo atrapado en el enfrentamiento.
“Como estuvo la cosa ayer... creo que no hay posibilidades”, dijo.
La Secretaría de Gobernación de México dijo en un comunicado que deportaría de inmediato a quienes fueron arrestados en su lado y reforzaría la seguridad.
Los agentes de la Patrulla Fronteriza tienen la facultar para decidir cómo aplicar una fuerza menos letal. Debe ser tanto “objetivamente justificable y necesario para llevar a cabo las tareas de control” y utilizarse cuando otras técnicas no bastan para controlar a sujetos alborotadores o violentos.
La semana pasada, Trump le dio al secretario de Defensa, Jim Mattis, autoridad explícita para utilizar soldados para proteger a los agentes de la CBP en la frontera, con fuerza letal de ser necesario. Mattis también recibió autoridad para detener temporalmente a inmigrantes que crucen sin autorización en caso de violencia contra la Patrulla Fronteriza. Mattis le dijo a la prensa que esto de ninguna forma cambia la misión del ejército y que sólo haría uso de sus nuevas facultades como respuesta a una petición de la secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen. Dijo que hasta el momento no ha recibido dicha petición.
Con la caravana como telón de fondo, Trump ha utilizado sus poderes de seguridad nacional para sacarle la vuelta a una añeja ley inmigratoria y negarle asilo a cualquiera que sea detenido cruzando la frontera sin autorización. Sin embargo, la corte ha suspendido esa regulación luego de que grupos de derechos civiles presentaran demandas. El Día de Acción de Gracias, el presidente advirtió “alboroto, caos, lesión y muerte” si las cortes bloquean sus intentos de endurecer las leyes inmigratorias.
Sin embargo, también es posible que el enfrentamiento del domingo surgiera de una creciente desesperación causada por el endurecimiento de las normas, dijo Rachel Schmidtke, asociada del programa de migración del Instituto México del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson.
“Esta situación ahora aumenta al grado de una profecía autocumplida”, dijo. “Entre más aprietas, más se crea artificialmente algo que realmente no existía, pero ahora empieza a convertirse en crisis”.